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Talentos escondidos

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Por: Jóser Castañeda con información de Orlando Gallardo.

Decidí tomar la guitarra hace un par de años, inspirado por un buen amigo que toca muy bien el instrumento y decidió ayudarme, al inicio lo vi muy técnico y aburrido; preferí comenzar aprendiendo una canción que me gustaba sin entrar en tanto detalle.

Esto me dio completamente el impulso que necesitaba, pues ahora el aprendizaje se había vuelto divertido y podía interpretar una canción completa, que era lo que buscaba realmente.

Lo interesante fue que conforme iba siendo capaz de tocar más canciones, poco a poco se me fue pegando la parte teórica y técnica sin darme cuenta; al grado que hoy puedo leer tablaturas y acordes de internet para poder tocar la canción que a mí me guste.

Pude identificar que el hecho de no rendirte y de buscar alternativas para alcanzar tus metas es indispensable tanto en la vida personal como en la profesional.

Por: Jóser Castañeda con información de Julio Flores.

La repostería es uno de mis pasatiempos favoritos. Parte de lo que me hace disfrutarla
tanto, es que es una disciplina muy estricta para que todo salga correctamente: es importante validar el clima, las cantidades, la temperatura y los tiempos de preparación. Cualquier error en alguna de estas áreas cambia radicalmente la textura y el sabor del producto, y por eso me gusta ser muy meticuloso en mi proceso de elaboración. Tengo cerca de quince años perfeccionando esta habilidad, pues estoy consciente de que por más que nos guste algo, difícilmente nos saldrá como esperamos al primer intento.

Mi primer postre fueron gorditas de azúcar, y las hice cuando cursaba la preparatoria hace
ya algunos años. Desde entonces he podido inventar mis propias recetas y eso me brinda
mucha satisfacción también. Parte de las ventajas de poder crear estos postres, es ser quien prepara los pasteles de cumpleaños de mis hijas y mis familiares más queridos. Profesionalmente he podido tomar prestada la concentración e iniciativa que aplico en mi repostería, para usarlas en mi trabajo.

Hoy puedo preparar exitosamente los macarrones franceses, pays, empanadas, hojarascas, pasteles, merengues, galletas de jengibre, besos de nuez… por nombrar algunos.
El reto más grande que recuerdo ha sido preparar los macarrones franceses; pues después de varios intentos fallidos, logré aprender cuáles son las variables a considerar en cada etapa, y perfeccionarlas, así como todo en la vida.

Por: Jóser Castañeda con información de Sidney Alejos.

Este programa busca que nuestros colaboradores compartan sus talentos con su comunidad VIDUSA y cubren un amplio espectro de disciplinas artísticas. En este caso, Sidney nos platica de sus habilidades y su historia.

Hace poco menos de un año decidí experimentar con contenido audiovisual en diferentes plataformas para comunicar mensajes positivos y reflexiones. Esto se remonta 20 años atrás, cuando comencé a trabajar en un área comercial y escuché mucho sobre temas de superación personal y cómo cada persona es responsable de alcanzar sus sueños y metas, convenciéndome de que esto es una gran verdad.

Entré de lleno a un equipo de consultores, específicamente en el área de preparación de equipos de ventas, capacitándome ampliamente en el desarrollo de habilidades técnicas para la venta, como sus complementos en habilidades humanas. Esta combinación resultó en una pasión muy grande para mí, al ayudar a los demás a aprovechar su talento para alcanzar sus objetivos.

La situación de la crisis sanitaria y los diálogos que tuve con un buen compañero, me hicieron reflexionar sobre la enorme necesidad que la sociedad tiene de recibir mensajes positivos que aporten valor a la gente. A medida que crecían las estadísticas de contagios y ansiedad provocada por desempleo y miedo, me di cuenta de que la incertidumbre emocional era una consecuencia real de la pandemia. Me puse a pensar, “si realmente tengo esta habilidad de comunicar mensajes alentadores a las personas, debería producir contenido y subirlo a las redes sociales para impactar a más personas.” No tenía claro qué tema o temas iba a tratar, pero subí un video en mi página personal de Facebook sin imaginarme la respuesta que iba a tener. Tuve reacciones y shares en cantidades desconcertantes, pero sobre todo al leer los comentarios y lo que provoqué en las personas con mi mensaje, decidí que debía seguir haciéndolo.

A raíz de eso me solicitaron crear una página pública, cuenta de Instagram y hoy ya tengo mi propio canal de YouTube que me ha ayudado a llegar con mi mensaje a más personas. Además de ayudar a los demás, considero este proceso muy catártico y terapéutico para mí. Compartir con los demás mis enseñanzas me fortalecen el espíritu y me ayuda a llegar a respuestas e ideas que me benefician a mí misma. Profesionalmente he podido incursionar en el ámbito de las conferencias grupales y creo que poco a poco me he ido abriendo campo a través de mi contenido.

Este viaje me ha permitido agradecer a Dios por tener la oportunidad de servir a los demás. Cada semana cuando subo un nuevo video, recibo llamadas o mensajes de personas con agradecimientos y respuestas positivas como “justo esto es lo que necesitaba escuchar” y eso para mí, vale mucho. Tuve un caso con un amigo de hace muchos años que estaba en una depresión muy fuerte a raíz de la quiebra de su negocio, causa de la pandemia. Al hablar con él entendí la gravedad del asunto y pude enterarme posteriormente que uno de mis videos le ayudó a ver las cosas desde otro punto de vista. Me causa mucha satisfacción ser parte de los planes de Dios para ayudar a los demás. Desde el inicio tenía el miedo de no llevar a cabo este proyecto por la crítica que lo acompaña o por aparentar ser el centro de atención, cuando mi única intención realmente es servir a los demás. Entendí que es más importante ayudar a otros a pesar de los juicios de la gente, y hoy estoy convencido de que ha valido la pena.

Por Jóser Castañeda con información de Antonio Treviño

Cuando tenía 12 años comencé a interesarme por la rítmica. Decidí comprar mis primeras baquetas y practicaba sobre cualquier superficie que emitiera sonido (para gran agrado de mis padres). Cuando se dieron cuenta de que un sofá no era precisamente una batería profesional, decidieron regalarme mi primera.

A los 13 años comencé mi instrucción formal en lo que ahora es la Escuela Superior de Música y Danza, que en ese entonces se llamaba solo la “Carmen Romano”. Ahí aprendí sobre teoría del ritmo y diferentes estilos. 

En 2005 comencé a incorporar mis aprendizajes en las actividades grupales del Instituto Nuevo Amanecer; yo estaba a cargo del programa de arte y descubrimos que la rítmica en los alumnos con parálisis cerebral era un gran estimulante físico y mental. Es muy gratificante saber que hoy, esa actividad se realiza al inicio de cada viernes de todas las semanas.

A nivel personal, conectar con la rítmica me ha ayudado a mejorar mi coordinación motriz y me he podido desempeñar en diferentes escenarios, con distintos públicos, y la seguridad que te otorga tocar para un público es incomparable.

Me gusta la metáfora que se puede trazar entre una banda y un equipo de trabajo; el sonido final es el resultado de la ejecución de cada integrante, la disciplina en los ensayos, y la seguridad de presentar el resultado final: la ejecución en vivo.

Todo esto refuerza mi creencia en la vitalidad de la preparación, tener ese conocimiento previo a cualquier tema. En la oficina, somos como una gran orquesta donde cada uno tiene la responsabilidad de ejecutar de manera sintonizada y a tiempo una misma partitura para obtener un cálido aplauso por parte del público; nuestros clientes. 

Por: Alejandra Bendeck

Durante el día, Celina de León es Gerente Comercial en VIDUSA, pero durante su tiempo libre es portera. Así es, su liderazgo y capacidad de trabajo en equipo, así como sus buenos reflejos para las ventas llegaron hasta la portería.

Celina empezó a jugar como portera cuando estaba en secundaria. Siempre le han gustado los deportes, entonces no tardó en unirse al equipo de básquetbol femenil en su escuela, así como al equipo de fútbol. Sin embargo, fue un golpe de suerte, una mera casualidad la que la llevó a la portería. Y es que un día faltó la portera, y ella se ofreció a entrenar en su lugar. El resto como dicen es historia.

Hoy en día, Celina ha jugado varias finales junto a su equipo, donde ha ganado dos y perdido una. De hecho, en una semifinal ganaron en penales, lo que la llevó a ganar más confianza en sí misma y aprender la importancia de trabajar en equipo. Y es que cada persona tiene una función específica dentro de la cancha, por lo que es necesario confiar en las habilidades de cada persona.

Ser portera le ha dejado muchos aprendizajes, entre ellos un alto sentido de responsabilidad, ya que como ella misma lo comenta, “eres la última persona en la línea de defensa de todo el equipo”. Debido a esto, es fácil sentir culpa cuando el balón aterriza en la portería. Sin embargo, es aquí cuando entra la importancia del trabajo en equipo. No es un gol a la portera, es un gol a todas. Es por eso que esta posición requiere de liderazgo, algo que Celina muestra en cada partido, donde les dice a sus compañeras si viene una persona del otro equipo o dónde pueden acomodarse.

Una de las lecciones valiosas que Celina aprendió siendo portera es que no siempre se gana, y que también hay que saber perder, pues solo así se podrá disfrutar de la victoria. Definitivamente, Celina es una persona con talentos ya no tan escondidos, pues su habilidad en los deportes ha quedado al descubierto en esta edición. Seguiremos en búsqueda de más talentos dentro de VIDUSA.