Por: Jóser Castañeda con información de Julio Flores.

La repostería es uno de mis pasatiempos favoritos. Parte de lo que me hace disfrutarla
tanto, es que es una disciplina muy estricta para que todo salga correctamente: es importante validar el clima, las cantidades, la temperatura y los tiempos de preparación. Cualquier error en alguna de estas áreas cambia radicalmente la textura y el sabor del producto, y por eso me gusta ser muy meticuloso en mi proceso de elaboración. Tengo cerca de quince años perfeccionando esta habilidad, pues estoy consciente de que por más que nos guste algo, difícilmente nos saldrá como esperamos al primer intento.

Mi primer postre fueron gorditas de azúcar, y las hice cuando cursaba la preparatoria hace
ya algunos años. Desde entonces he podido inventar mis propias recetas y eso me brinda
mucha satisfacción también. Parte de las ventajas de poder crear estos postres, es ser quien prepara los pasteles de cumpleaños de mis hijas y mis familiares más queridos. Profesionalmente he podido tomar prestada la concentración e iniciativa que aplico en mi repostería, para usarlas en mi trabajo.

Hoy puedo preparar exitosamente los macarrones franceses, pays, empanadas, hojarascas, pasteles, merengues, galletas de jengibre, besos de nuez… por nombrar algunos.
El reto más grande que recuerdo ha sido preparar los macarrones franceses; pues después de varios intentos fallidos, logré aprender cuáles son las variables a considerar en cada etapa, y perfeccionarlas, así como todo en la vida.